Caí a un precicpicio y mil palabras retumbaban en mis oídos, palabras de aliento, de cariño y dulzura que rebotaban en mi cerebro y perdían cualquier significado. Me negué a escuchar cada ruido y a ver cada flor, cada sol. Me olvidé de los sentidos y caí, caí sin siquiera pensar en qué haría al momento de golpearme contra el suelo. No alcanzaba a perderme en los abrazos ni a encontrar consuelo en los besos. No alcanzaba a acariciar ciertas manos ni a sentir el dulce de otros labios. No alcanzaba a vaciar mis lágrimas ni en la mesa, ni en el living, ni en la cama.
Caminaba por la calle, el corazón se me caía a pedazos y ni siquiera podía devolverme a recogerlos, ni siquiera eso.
Una tarde de esas que uno quisiera olvidar, me estrellé contra el suelo y el dolor quiso ser infinito, quiso tatuarse en mi alma. Aún no encuentro la respuesta, aún no entiendo el por qué, pero mis entrañas se resistieron a partir y el mundo me recogió en sus brazos, en contra de cada parte de mis ser, en contra de toda mi voluntad, de mi mente mariada en ese segundo de no vida, en ese momento de muerte. Y me quedé, me quedé esperando nada, sin corazón, sin alma y hasta sin pies.
Aquel día abrí los ojos y pude apreciar el Sol, me miraba y hasta me sonrreía. No lo tomé muy en serio, pues no creí que verdaderamente se dirigía a mí. Pero ahí se quedó, por muchos días mostrándome un nuevo brillo. Y aprendí a no dar vuelta la cara, a mirarlo de frente e incluso ofrecerle alguna de mis risas, incluso a ofrecerle mi mano para que la acariciara con su calor... Y cada vez que miro puedo ver cómo este Sol no se cansa de mis desventuras, no se aburre de secar mis lágrimas ni intenta escapar cuando se acerca mi tormenta. Y le doy infinitas gracias, por iluminar el camino de ascenso que emprendí, para salir de este precipicio, le doy nfinitas gracias por ayudarme a encontrar los pedazos de mi roto corazón, le doy infinitas gracias por sujetarme cada vez que he intentado inconscientemente arrojarme de nuevo.
Gracias Solcito, porque pese a que no soy capaz de tocarte con mis manos heridas ni subir o ayudarte a bajar para que crucemos algún río me has dado la fuerza para desafiar cada nuevo día, has secado muchas lágrimas que en algún momento creí que no cesarían. No puedo mentirte, mi camino es largo y debe ser de alguna manera en soledad, porque también ella se ha vuelto una buena amiga. No puedo mentirte ni llenar el aire de promesas. Sólo puedo ofrecerte una que otra risa desparramada por ahí...Sólo puedo decirte que te quiero y que por esa única razón no dejaré que te sumerjas en mi mundo aún corrompido, aún destruído. No dejaré que lo hagas y te exijo que sigas brillando...Con tus blancos y tus matices naranjos que algún día habrán de alegrarle la vida a aquella que ya esté por fin en tierra firme.
A Solcito, por su paciencia y linda nariz ...jaja
3 comentarios:
Siempre es Bueno encontrarte con alguien que te consuele, te entienda y sobre todo te escuche
EL SOL? una Personificacion
creo..
Saludos!!
ahora q tengo un momento para dedicar a dar vueltas leí un rato lo que escribes, en verdad me he entretenido bastante con tus historias (la busqueda del cine arte, notable), aparte encuentro wenisimo lo de tu hijo, es cierto q hay cosas q se pierden al tenerlo tan temprano pero todo lo q ganas es incalculable...
saludos.
ah, y felicitaciones por sus 33 votos.
Curioso tener ke escribir cuando eres el aludido...
Soy tal cosa?
Si tu lo dices, debe de ser asi.
Y te agradezco, sinceramente y de todo corazon, el que me des la oportunidad de ser tal persona para ti.
Un beso, un abrazo.
Cuidate, niña.
Y nos vemos. Eso tenlo por seguro.
Andrés.-
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