sábado, diciembre 8

Indefectiblemente, se va...

¿Y qué hago ahora?
cuando todas las lombrices de esta Tierra hicieron nido en mi lecho.
Mandé a la mierda toda la estructura estética del verso
despojándome desde mis profundas a mis burdas perversidades
en el, comúnmente, llamado water.

Claro, me cago en el egocéntrico lector
que se autoinfiere heridas cortopunzantes cuando ve este menjunje
hecho desde las tripas irritadas de alcohol puro
que darán tremendo espectáculo visual la mañana siguiente.

Y es que me dan ganas de no ser, porque ser es nada más que una cursilería
atropellante
que lo único sensato que deja... es, al final del día, la gana de no ser
pero no por una sensación tardía y existencialista de quinceañera
si no más bien por no ser parte del laberinto ridiculo de búsqueda
que sólo excita por el nefasto placer de cantar al final de tus días
-que són como medio segundo del tiempo del mundo-
"lo he hecho todo".

Si yo me fumé un caño
o tuve sexo sin amor
no fue más que por la imperiosa necesidad precoz de mis neuronas y hormonas
-digamos que respectiva o simultáneamente-
aún así no me provocan arrepentirme y llegar al reino de los cielos.
Lo que sí me perturba es haber hecho el ridículo
haber pintarrajeado una historia
y haberla creído perfecta
y no poder ser indiferente ante tanto dolor mío... de dentro.

Volviendo a lo superfluo...
NO, imposible,
y así es como todos los días
algo se va a la cresta.

Soy un aceituno cuezco
en las inmediaciones de la estúpida noche.

jueves, diciembre 6

Una posibilidad es que hayas nacido con mi palabra
con mi primer respiro
o que yo haya deseado tan fuerte que fueras el dueño de mi último aliento
que alguna cuerda tuya se haya atado en mi lengua.


Cuando todas las notas suenan y bailan, dibujándote
es un perpetuo cuando
un silente dónde
se tropieza en mis comisuras una lágrima azul

anunciándome

que todo vuelve a comenzar, que el infinito ya se superó a sí mismo
para seguir el ciclo de repasarte... y repasarte.

Juro haberte esperado, tantos tantos días
hasta cambié la piel
y el color.. de blanco a ocre, de rojo a ocre, de azul... a ocre.

Más de siete millones de pasos con tempestades
para dejar de sentir tus torpes vibraciones
y todo resultó en vano.

No son suficientes, años y kilómetros, veredas, calles, sangre y ataúdes
para convencerme
para resignarme
para callarme a rasguños de la boca tu nombre...

Acá, en mi seco jardín
en mi marchitado andar
en mi ténue reir...

Te espero,
te juro, mi vida, que te espero.