domingo, marzo 30

Declaro no saber cómo...

Al final de cada día pondré mis certezas y certidumbres en un balde de agua fría para ahogarlas, asfixiarlas, quitarles toda lógica, razón y proporción. Desaparecer, reinventar, quizás descansar con el cerebro nebuloso y lo demás herido y estrujado. Si es que existe lo demás. Rogaré al universo ciertos días que no me deje, ciertos días que no se vaya. Mas lo haré sin fe, con el resentimiento de quien teme no ser escuchada. Será algo previo e injustificado de mi parte, para incitar la sorpresa que pudiese traerme el alba. Incitar, excitar, provocar. Intentaré no perder la práctica de llevar enfermizamente una cuenta regresiva, una imposible de concluir para evitar la angustia y acostumbrar el dolor del dolor, para no desgastar mis anhelos en metas vacías, infructuosas. Seré infinitas mujeres en una y una mujer infinita, los límites nos hacen menos vulnerables y yo debo comenzar y terminar estallando como una nueva constelación. Tendré misma voz, mismos ojos, mismas manos, pies, rodillas, muslos, caderas, pechos... mas seré nueva cada mañana. Como cada mañana. Rogaré al universo ciertos días que no me deje, ciertos días que no se vaya. Y tendré una gran sonrisa, enorme, arrogante, para no cargar con las miradas abusivas de quien ve lo que quiere ver, cuando quiere verlo. No querré ver, quizás ni siquiera querré sentir, refiriéndome a algo estrictamente sensorial. Mi desapego será tal que podré mirar a la humanidad desde fuera y perderme de vista y perderme. Lloraré unos minutos por todos nosotros, por todos ustedes. Por quiénes no escuchan, por quiénes sólo miran. Miran y no ven. Seré infinitas mujeres en una y una mujer infinita. Madre, amiga, hermana, hija... niña y anciana, más que eso, senil. Tanto así que no habrá nada que distinguir en mi... nada que concluir de mi. Rogaré al universo ciertos días que no me deje, ciertos días que no se vaya. Seré tan mezquina que terminaré por no necesitar nada de lo que tuve, o que en las remotas posibilidades, tendré. Eso no tiene ninguna importancia ya que cosas pasadas y futuras estarán acumuladas en el mismo saco debajo de mi pequeñísima almohada. Gritaré hasta perder la voz, golpearé hasta desangrarme. Seré infinitas mujeres en una y una mujer infinita. Rodeada de millones y completamente sumergida en la soledad. Nadie lo notará aunque todos murmuren y se muerdan las uñas con el festín aquel, maldeciré todas las malditas percepciones densas y negras. Todo será oscuro esa noche, todas las noches. Cuántas noches oscuras en que le rogaré al universo ciertos días que no me deje, ciertos días que no se vaya. Ni yo misma lo sabré, pues seré capaz de olvidarlo todo. Seré infinitas mujeres en una y una mujer infinita.